La CNT-AIT asturiana ante una jornada de lucha

La institucionalización del 1º de mayo como festividad del santoral en Occidente la ha convertido en una fecha más, sin contenido alguno, señalada en rojo en el calendario como un día festivo más.

Tal era el objetivo del Poder. Como todo aquello que toca, con la siempre necesaria ayuda de la izquierda reformista. Vaciar, barnizar, crear una marca superficial  sin nexo con el origen revolucionario y reivindicativo de esta fecha.

Los anarquistas y anarcosindicalistas, sin embargo, no nos dejamos engañar. Sabemos bien que el 1º de mayo es una fecha que recuerda una jornada trágica y sangrienta para la clase trabajadora, una jornada en donde el poder, el mismo que institucionalizó esta fecha hoy y la incluyó en su santoral democrático, mostró su verdadero rostro: el de la tiranía frente a cualquier atisbo de cambiar las cosas en favor de la Libertad y la Justicia.

Hace 138 años, en los Estados Unidos había huelgas y manifestaciones exigiendo las ocho horas de trabajo diarias, una de las reivindicaciones más importantes y antiguas de la clase obrera, que se veía sometida a largas y extenuantes jornadas de más de doce horas de trabajo.

El poder económico y su aliado el estado, no lo permitió. Los huelguistas fueron violentamente reprimidos, muchos de ellos encarcelados y unos pocos entre los más destacados fueron ahorcados. A estos últimos se les conoce como Los Mártires de Chicago, la ciudad que los condenó a la horca. Hay que recordarlo: eran anarquistas.

La noticia de la matanza corrió como la pólvora por todo el mundo. En la península ibérica, Anselmo Lorenzo y un puñado de internacionales, ya trabajaba desde hacía 13 años desde la sección española de la 1ª Internacional, influida mayoritariamente por el sector bakuninista que daría luego paso con el tiempo a la CNT-AIT.

También se organizaba el movimiento obrero en otras partes del planeta, en donde la clase trabajadora ya estaba adquiriendo conciencia de lucha y se organizaba.

La matanza de Chicago fue un símbolo que recordaría siempre que no había vuelta atrás para los desposeídos en el combate por las conquistas sociales como paso previo a la revolución social, que aniquilaría un sistema social, económico y político sustentado bajo la fuerza bruta de tribunales, policías y militares.

El 1º de mayo fue la señal de salida, pero en algún momento que es difícil de señalar, se convirtió solo en una fecha festiva.

La mayoría de los jóvenes que disfrutan hoy de jornadas de ocho horas, de salarios, de seguridad social, de subsidio de paro, de jubilación, de posibilidad de sindicarse para reclamar mejoras laborales, desconocen que todos esos derechos tienen un origen sangriento, que no se consiguieron sin esfuerzo y dolor, que se arrancaron a los poderosos, a los burgueses.

Esa desmemoria no es casual. Bien se han encargado el poder de barrerla de las páginas de los libros de historia. Es mucho mejor pensar que las empresas, los gobernantes y aquellos que los sustentan, que viven holgadamente robando la plusvalía a los trabajadores y trabajadoras, han sido los que, graciosamente “y por su gran sentido democrático”, han facilitado esos derechos a sus empleados. Hoy lo llaman Responsabilidad Social Corporativa.

Ese olvido es hoy el mejor arma que tiene el capitalismo para recortar derechos, bajar salarios e ir desdibujando poco a poco los límites que la lucha obrera les impuso con huelgas, sabotajes, revoluciones y otras acciones reivindicativas. Y ninguna de las grandes conquistas sociales como la jornada de 8 horas se conquisto ¡oíganlo los sindicatos reformistas! En mesas de negociación sino en la barricadas. Desgraciadamente estamos volviendo atrás.

La labor de años, lenta pero segura, bien aprendida de la experiencia de los jesuitas y de la iglesia católica, de propaganda desde la escuela y los medios de comunicación, desde partidos, sindicatos e instituciones de todo tipo han cambiado de tal manera la sociedad, que hoy, una gran mayoría social se siente partícipe del poder, se siente clase media, se siente parte del sistema. Son los triunfadores, los que hacen lo correcto ¡Gran engaño!

A esa eficaz propaganda del llamado Pensamiento Único se suma la desmovilización, el fomento del egoísmo, la ruptura de los lazos de la comunidad, el engaño de que los problemas se resuelven individualmente. Se han disipado los lazos que nos unían al compañero y a la compañera, los lazos del apoyo mutuo, de la solidaridad.

Y como ya señaló Kropotkin, sin el apoyo mutuo, que es la base de la evolución del ser humano y de su supervivencia como especie, no hay futuro.

Hay mucho que hacer, compañeros y compañeras. Hemos de volver a reconquistar nuestros derechos, hay que contraponer, con los hechos y el ejemplo, frente al sombrío panorama del poder, el mundo nuevo y alegre que Durruti decía llevar junto con sus iguales en su corazón.

El 1º de mayo de 2024 reclamamos el derecho a tomar lo que nos corresponde: la libertad y la justicia.

El 1º de mayo no es una fiesta. El 1º de mayo sigue siendo una bandera, roja de sangre y negra de luto por los que cayeron, que volvemos a levantar y levantaremos siempre hasta conseguir un mundo mejor, sin privilegiados, y en donde todos y todas tengamos la posibilidad de desarrollarnos como seres humanos plenos.

¡Viva el primero de Mayo!

¡Viva la CNT y la Asociación Internacional de Trabajadores!

 

Por Prensa

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